CASTIGOS
Los castigos no son la forma más eficaz de evitar que nuestro hijo/a deje de hacer algo que no queremos o haga algo que no hace.Sólo se deben
aplicar en ocasiones puntuales, siempre que por lo que se le castiga sea algo
de importancia.
No castigar por: una simple rabieta, dejar de hacer algo, un
insulto, pequeña falta… en estos casos lo mejor es dejar de atender al niño/a y
una vez que deja la rabieta, deja de insultar… le explicamos que nos gusta más
cuando no hace eso y cuáles son
nuestros sentimientos cuando lo hace “mal”. (Esto cuando ya tiene la edad
suficiente para entendernos y ponerse en nuestro lugar, a partir de 7 – 8 años,
depende de la madurez del niño/a).
Si aun así
consideramos necesario el castigo:
1.- El castigo debe
ser aplicado lo antes posible. (No
hace los deberes hoy y lo castigamos con no ir al cumpleaños de dentro de dos
semanas; no nos hace caso en algo que le decimos y lo castigamos para otro día,
etc.: no es efectivo porque se nos olvidará, no lo cumpliremos y por tanto
nuestro hijo/a aprende que se puede salir con la suya).
2.- Debemos tener
cuidado, si lo castigamos, HAY QUE
CUMPLIRLO; por ello:
3.- NO debe ser EXCESIVO, debe estar en
función de la gravedad de la acción (vas a estar todo el mes sin jugar a… Al
final nos dará pena, o dejamos que juegue para que nos deje tranquilo, o lo
levantamos por cualquier otro motivo; por lo tanto terminaremos sin cumplirlo;
de nuevo, nuestro hijo aprenderá que se puede salir con la suya).
4.- Un niño al que
constantemente se le está castigando, se acostumbra. Y seguramente, muy pocas
veces se termina aplicando. Por lo tanto: el
castigo pierde eficacia.
Virginia Carrera
Psicopedagoga
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