viernes, 25 de enero de 2013


No lo sobreprotejas


Los educadores y  profesionales que trabajan con niños y jóvenes con necesidades educativas especiales (n.e.e.) suelen insistir a las familias en que no sobreprotejan en exceso a sus hijos. Puede decirse que es una “queja habitual” de los que trabajan en este campo.
Las familias, por su parte, también manifiestan su malestar ante la insistencia de los educadores: se sienten incomprendidos en esta actitud y no siempre alcanzan a entender la importancia de esta exigencia.
¿De qué conductas estamos hablando?


Cuando se habla de sobreprotección excesiva, se refiere a conductas como las siguientes:

·         Realizar en lugar de los hijos, aquellos aspectos referentes al autocuidado, higiene personal, alimentación, vestido… que podrían hacer por sí mismos o serían capaces de aprenderlo.
·         Estar excesivamente pendientes de su seguridad, impidiéndoles moverse o actuar con cierta libertad, por miedo a que le pueda ocurrir algo.
·         Reaccionar con prontitud ante cualquier contratiempo o dificultad, no dando la oportunidad a que los chicos o chicas intenten resolver por ellos mismos los problemas o inconvenientes con los que se encuentran.
·         Mostrarse excesivamente compasivos sin necesidad.

Actitud comprensible
Que las familias de los niños y jóvenes con n.e.e. sean sobreprotectoras en exceso es una actitud comprensible. Probablemente solo estando en su piel se alcanzaría a comprenderlo. Es posible que esta sea la respuesta natural e instintiva a verlo más vulnerable e indefenso.
También es una forma de manifestar el amor incondicional, de hacerle la vida un poco más agradable, haciéndole las cosas más fáciles. Probablemente, la sobreprotección excesiva sea para las familias una forma de “hacer algo por ellos”, de sentirse útiles como padres y no permanecer con los brazos cruzados.

Por qué no es adecuada
Sin embargo, la sobreprotección excesiva, aunque resulte comprensible, es una actitud inadecuada porque en el fondo, ralentiza el desarrollo de la propia autonomía personal.
Cuando se habla de niños y jóvenes con n.e.e. el objetivo principal de la intervención educativa es desarrollar al máximo su autonomía personal. Es decir, que en la medida de sus posibilidades, estas personas consigan el máximo nivel de autonomía y por tanto, cuanto menos dependientes sean, mucho mejor.
Para unos chicos, por sus condiciones personales, esta autonomía será muy limitada, pero para otros muchos, las posibilidades de autonomía son mayores. La sobreprotección excesiva frena el desarrollo de su autonomía y aumenta la dependencia.

¿Qué hacer entonces?
Para estimular la autonomía la norma general puede ser que todo lo que su hijo o hija pueda hacer por sí mismo, sin poner en peligro evidente su seguridad, que lo haga.

Se puede concretar en algunas actuaciones como las siguientes:

·         Que realice en casa todos aquellos hábitos de autonomía referentes a higiene personal, autocuidado, vestido, alimentación, etc que tiene adquiridos en el centro educativo. Hablen con sus educadores y hagan una lista de aquello que es capaz de hacer.
·         Tómense como compromiso que aprenda a hacer por sí mismo uno o dos hábitos al mes, dentro de sus condiciones personales. Igualmente hablen con sus educadores y le podrán indicar qué hábitos son más adecuados afrontar y cómo enseñarlos.

·         Cuando se encuentre con una dificultad o inconveniente, no intervengan de inmediato: denle unos instantes para que intente buscar alternativas y solución. Si es necesario, pueden ayudarle facilitándole pistas u orientaciones para resolver la situación.

·         Piensen que desarrollar su autonomía es lo mejor que educativamente pueden hacer por su hijo o hija: eliminen pensamientos de compasión o la idea de que ustedes lo pueden hacer mejor y más deprisa.

·         Aleccionen a los demás miembros de la familia. A veces, los que favorecen la sobreprotección no son precisamente los padres sino otros familiares. Anímeles a contribuir al desarrollo de su autonomía.

·         Refuercen a su hijo o hija por los logros que en este aspecto consiga y háganle sentirse satisfecho por las conquistas realizadas.

Cambiar actitudes de sobreprotección por actitudes de desarrollo de la autonomía personal, no debe ser fácil, al contrario, es complicado y requiere determinación. Probablemente se encontraran con personas a su alrededor que no les comprenderán y reprocharán su cambio de actitud.

Los educadores, personas formadas especialmente para ello, le animarán y le ayudarán a entender que están realizando lo correcto. Desde este Blog os doy mi ánimo y apoyo.



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